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Lula preso | Da Silva se entregó y viaja a Curitiba para entrar en prisión

El exmandatario maneja el pulso político desde que el juez Moro ordenara su detención. Será alojado en Curitiba, en una celda exclusiva y con fuertes normas de seguridad.

Tras el ultimátum de las autoridades para que se entregara sí o sí esta noche, el expresidente brasileño Luiz Inácio “Lula” Da Silva se entregó voluntariamente a la Justicia y salió caminando cerca de las 19 del Sindicato de Metalúrgicos de San Pablo. Allí estaba el exmandatario desde el jueves, tras la orden de detención dictada por el juez Sérgio Moro. Afuera, los manifestantes coreaban consignas de resistencia e intentaban vulnerar las vallas. Lula intentó esta tarde salir en un auto gris sin poder lograrlo.

Después de un fuerte discurso en el que cargó contra la política brasileña y el juez Sérgio Moro, el expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva se entregó este sábado ante las autoridades: cumplirá una condena de doce años de prisión luego de que fuera condenado -en tres instancias- por el delito de lavado de dinero y corrupción pasiva, luego de que un empresario lo acusara de recibir un departamento a modo de coima.

Da Silva salió en medio de una multitud del sindicato metalúrgico de San Bernardo do Ocampo en el que pasó las últimas 24 horas, a la espera del vencimiento del plazo que le había dado Moro para entregarse voluntariamente. Sólo abandonó la sede gremial para asistir a una misa en recuerdo de su esposa, Marisa Rocco, que cumpliría hoy 68 años. Doña Marisa, como se la conoció en todo el país, murió en febrero de 2017, y era una de las personas investigadas en la causa por la que hoy su viudo vuelve a prisión.

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Manifestantes impidieron el primer intento de Lula por entregarse a la Policía paulista.

“Voy a cumplir el mandato de prisión”, había confirmado Lula esta mañana, en medio de un duro discurso en el que convocó a sus seguidores del Partido de los Trabajadores, y a los movimientos de izquierda en general, a seguir su legado, en especial con su salida forzada de la carrera presidencial. “Ustedes, de ahora en adelante ya no se llaman Chiquita o Pedrito: todos ustedes son Lula y van a andar por el país haciendo lo que precisa hacerse”, exhortó Da Silva, ante la multitud que lo acompañó desde que se oficializara la orden de detención en su contra.

Todos ustedes serán Lula y caminarán por este país haciendo lo que hay que hacer. Mis ideas están en el aire, y no hay como detenerlas”, enfatizó en su mensaje a la multitud. En ese marco, agregó: “Soy un ciudadano indignado, soy el único ser humano imputado por un departamento que no es mío”. Por ello, denunció: “El golpe empezó con Dilma (Rousseff) y termina con la decisión de que Lula no sea candidato a la presidencia”.

Dilma Rousseff, su sucesora en la Presidencia, no se apartó de su lado.
Dilma Rousseff, su sucesora en la Presidencia, no se apartó de su lado.

Lula tiene más de un tercio de intenciones de voto y según las encuestas se impondría en la segunda vuelta frente a cualquier candidato, pero en su ausencia, no hay ningún dirigente que claramente pueda heredar del electorado de izquierda. Sin Da Silva en las urnas, el posible futuro presidente de Brasil sería el diputado de ultraderecha Jair Bolsonaro, a quienes ya apodaron el “Trump latinoamericano”.

Mientras tanto, en una reunión con empresarios en Salvador (noreste), el presidente Temer -exvice de Rousseff y aliado político del PT- abogó por un retorno a una era de “optimismo” y de “paz social”.

“En otros tiempos, había mucho más optimismo y los brasileños querían la paz social. No había divergencias radicales entre los brasileños”, declaró el mandatario, que según una reciente encuesta tiene una imagen positiva de apenas 7%.

Si bien es condenado por una de las seis causas judiciales en su contra, el exmandatario negó todos los cargos y culpó a las “élites” de orquestar una persecución en su contra. Además, señaló ante los miles de seguidores que escuchaban su discurso: “Tengo la conciencia tranquila”. Y concluyó: “Los voy a enfrentar mirándolos a los ojos. Cuanto más días me tengan preso, más Lulas van a nacer en este país”.

Militancia y religión. Durante la misa por Rocco, a la que asistieron varias personalidades, entre ellas la la destituida exmandataria Dilma Rousseff, heredera política de Lula, un cura enumeró en un momento la lista de cinco expresidentes brasileños que en algún momento conocieron la prisión, antes de agregar: “Y ahora… Lula”, levantando un clamor de la plaza: “¡Lula libre!”, “¡Lula libre!”.

La esposa de Lula, Marisa Letícia, falleció en febrero de 2017. Este sábado hubiera cumplido 68 años. Su nombre figuraba en la causa que llevó a la condena del ex jefe de Estado, como beneficiario de un apartamento en un balneario ofrecido por una constructora a cambio de facilidades para obtener contratos en Petrobras.

Lula siempre negó esos cargos y al despedir a quien fue su compañera durante cuatro décadas y con quien tuvo tres hijos expresó su deseo de que “los criminales que levantaron ligerezas contra Marisa tengan (un día) la humildad de pedir disculpas”.

Futuro aislado. En Curitiba (sur), la ciudad donde oficia Moro, a Lula lo espera una celda de unos 15 metros cuadrados, con baño privado y derecho a dos horas diarias de aire libre. Según resumen medios de ese país, estará solo, con guardias en la puerta de su celda y sólo tendrá dos horas por día para estar al aire libre, siempre alejado de otros reclusos. No obstante, todavía tiene chances de salir de prisión antes del fin de la condena. En septiembre, el Tribunal Superior deberá resolver sobre un tecnicismo legal que podría excarcelarlo antes de fin de año.

“Hay conversaciones en la policía con los abogados del expresidente”, manifestó el diputado Carlos Zarattini, del Partido de los Trabajadores (PT), que se halla junto a Lula, en declaraciones a la agencia internacional AFP.

El magistrado le había ofrecido la posibilidad de presentarse “voluntariamente” en Curitiba antes del viernes a las 17, pero el exsindicalista ignoró ese plazo y permaneció en su búnker sindical, rodeado por miles de personas que le expresan apoyo día y noche.

Los abogados de Lula presentaron un nuevo recurso ante la corte suprema para suspender la orden de prisión. La víspera, una demanda similar fue rechazada por un tribunal de tercera instancia.

“(Lula) fue condenado por lavado de dinero y corrupción. Es preciso ejecutar la sentencia. No veo ninguna razón específica para aplazarla“, indicó Moro en una entrevista a la China Global Television Network (CGTN). El expresidente es la presa mayor del magistrado símbolo de la Operación Lava Jato, que desvendó una gigantesca red de sobornos enquistada en el Estado, con implicaciones de prácticamente todos los partidos.

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